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Porrazos y forcejeos para evitar que las protestas llegasen ante Merkel

Cientos de personas intentaron sin éxito acceder a la plaza del Obradoiro para manifestarse

La policía intenta dispersar a los manifestantes, en Santiago.Foto: atlas | Vídeo: Cabalar (EFE) / ATLAS
Xosé Hermida

Las protestas por la visita de Angela Merkel a Santiago y contra las políticas de austeridad reunieron a apenas unos cientos de personas en las inmediaciones de la plaza del Obradoiro, donde los jefes de gobierno alemán y español hicieron un pequeño recorrido a pie desde el lugar de su reunión hasta la catedral compostelana. Aunque la manifestación fue relativamente tranquila, se produjo un momento de tensión cuando el grupo —fundamentalmente militantes de partidos de izquierda y nacionalistas— trató de acceder a la plaza y forcejeó con el cordón policial. Los agentes exhibieron sus porras y golpearon a algunos de los que encabezaban la marcha, que finalmente acabaron retrocediendo.

La policía se había apostado en todas las entradas al Obradoiro, sin impedir el paso de transeúntes, aunque registraba bolsas y mochilas al tiempo que tomaba medidas para que no se registrasen protestas dentro de la plaza. A un grupo de activistas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que trataban de entregar una carta a la canciller alemana, los agentes les incautaron una pancarta.

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A unos cientos de metros, en la plaza de la Quintana, al otro lado de la catedral, se habían concentrado cientos de personas con pancartas y banderas nacionalistas gallegas. Eran mayoría los dirigentes y militantes del BNG, como su portavoz en el Parlamento gallego, Francisco Jorquera, aunque también participaron miembros de Esquerda Unida -entre ellos su líder, Yolanda Díaz- y colectivos sociales como un grupo de jubilados, emigrantes retornados de otros países, que mantienen un conflicto con Hacienda por el pago de los impuestos correspondientes a las pensiones que reciben del extranjero. Había pancartas en alemán, con lemas contra la troika y las políticas de austeridad, y una pareja disfrazada de Merkel y Rajoy, con la figura de la canciller arrastrando al presidente español de una correa atada al cuello.

Los incidentes se produjeron cuando el grupo abandonó la Quintana con el propósito de llevar la protesta al Obradoiro, justo en el momento en que Rajoy y Merkel ofrecían su conferencia de prensa en uno de los edificios de la plaza. "¡Libertad de expresión!", "¡queremos entrar en nuestra plaza!", gritaban los manifestantes. La policía lo evitó a porrazos. Entre los que se llevaron algún golpe estaba el portavoz del BNG en el Ayuntamiento de Santiago, Rubén Cela. Tras la intervención policial, la marcha se retiró unos metros y ya no volvió a intentar más acometidas.

Los jefes de gobierno habían cambiado el programa anunciado oficialmente y acudieron a la catedral, cruzando el Obradoiro desde el Hostal dos Reis Católicos, media hora antes de lo previsto. Desfilaron por un pasillo acordonado, tras el cual se apostaban algunas decenas de personas, la mayoría turistas que se limitaron a contemplar y fotografiar la escena. Hubo algún tímido aplauso y un hombre gritó a Merkel en inglés: "Your policies kill people" ("Sus políticas matan gente").  

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Alli se encontraba también el pequeño grupo de activistas por la memoria histórica, ya sin pancarta, encabezados por un hombre de 94 años, el gallego-argentino Darío Rivas. Hijo del último alcalde republicano de Castro de Rei (Lugo), asesinado por los falangistas, Rivas fue el promotor de la querella en Argentina por los crímenes del franquismo. Su propósito era entregar una carta a Merkel para reclamarle que pida disculpas por el apoyo de la Alemania nazi a los militares sublevados contra la II República. "No quiero indemnizaciones ni nada de eso. Solo que pidan disculpas", explicaba el anciano, arropado, entre otros, por el escritor gallego Manuel Rivas. "Yo conozco Alemania, respeto a la señora Merkel y creo que puede hacerlo".

Darío Rivas se situó en primera fila tras el cordon y, cuando Merkel y Rajoy pasaron a su lado, les llamó. Ambos hicieron amago de detenerse, pero los escoltas impidieron que les entregase el escrito, que, entre otras cosas, decía: "Llevamos meses escuchando repetidamente hablar del pago de la deuda española a Alemania, pero también existe una enorme deuda del país del que usted es canciller hacia las víctimas de la dictadura franquista en España".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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